Porque esa situación era por demás frecuente era que llevaba en su
mente, la imagen de la vena bien marcada sobre la ceja izquierda principalmente.
Necesitaba pensar en alguna otra cosa para dejar de verla.
Cuando entró al cuarto, la luz aun estaba encendida, pero Juana dormía. Se acerco hasta la tecla intentando hacer el menor ruido posible, fue entonces cuando ella dijo:
- No la apagues que estoy leyendo!!! (Enzo se pregunto como alguien podía leer con los ojos absolutamente cerrados, casi como si soñara)
Prácticamente en un solo movimiento quedo desvestido y dentro de la
cama. Todavía confuso, no lograba sacar esa imagen sobre el enojo que sabia que
quien "no dormía" a su lado, tenia.
Se puso de lado como si fuese a dormir, aunque sabia que le costaría trabajo hacerlo. Su mente necesitaba una distracción. Pensó en la mujer que esa
tarde había visto, y en la extraña marca que una peca le hacia cerca de la
rodilla que dejaba al descubierto entre cruce y cruce de pierna. Ya no había lugar para un ceño fruncido...
Durante unos minutos, los dos permanecieron así acostados uno al lado
del otro, en silencio. Enzo le toca el muslo y Juanita se crispa como si se
asustara, pero luego se relaja, apenas, tanto como puede. Alimentado por las imágenes que hace un momento ocupaban su mente, recorre las piernas de su mujer
en una caricia que ya conoce, que ya practico mas de una vez, y aunque ella no
se mueve ni diga nada, él sabe que si Juana no corrió la pierna es porque
esta dispuesta a tener sexo esa noche. Entonces se acerca un poco mas, y
extiende la caricia deslizándose por debajo del elástico de su ropa interior. Ella
hace un pequeño movimiento, como un reflejo, cierra las piernas, pero enseguida
se afloja de nuevo. Enzo paciente la espera, pasado un rato intenta besarla,
ella corre la cara casi por inercia, sin que sea del todo un rechazo, él logra
besarla en la comisura de los labios, allí a donde nace ese pósito extraño que
desde el primer día llamó su atención.
Enzo no sabe en que momento
Juanita abandono su enigmático enojo, y aunque quiera tampoco lograría saberlo,
se da cuenta de lo que desconoce cuando se encuentra sorprendido por una mujer
que no sabe quien es y que hace que su cuerpo se endurezca, que lo desea y que
espera en algún momento ser penetrada, sentirlo dentro. Lo busca lo guía le
ruega, que se hunda, que la coja, porque así lo pide Juana, o es la mujer de
la peca en la rodilla? no le interesa, a él le gusta oírla y atender a ese
ruego, la penetra las veces que ella lo diga, esa mujer que se mueve debajo de
él para sacar de su cuerpo eso que a veces solo ella sabe sacar.